lunes, enero 25, 2016

Limache: Autonomía y Liderazgo local, en la Prevención de Catástrofes Socionaturales

Son aproximadamente 40.000 los habitantes de Limache, y el porcentaje de pobreza bordea el 30%. Ésta ciudad, con menos de 300 km2, se ha dividido espontáneamente en dos pueblos, separados por un estero, y por su nivel de urbanización, en el cual el denominado “Limache Nuevo”, concentra el mayor flujo comercial. El desarrollo económico va en aumento, y aunque aún es menor en el sector viejo, ambos pueblos tienen en común la carencia de un plan urbanístico que garantice el uso adecuado de los recursos, y un comercio que florece, al mismo tiempo que se impone un riesgo en el abastecimiento de agua suficiente para mantener su tradicional patrimonio agrícola, del cual históricamente hace honores el tomate Limachino.

 La distribución del agua no es continua en todos los sectores, impidiendo a los habitantes el acceso a servicios básicos de forma estable, condicionando riesgos sanitarios, e impactando deletéreamente en la calidad de vida y el progreso; ésta situación está más cerca de expandirse que de mejorarse.

La carencia de organización y planes que permitan intervenir en esta situación, imprime una vulnerabilidad creciente, que lamentablemente se ha naturalizado. El abastecimiento irregular de agua, el clima árido, y la cada vez más escasa comunicación entre vecinos de la comunidad, imprimen una vulnerabilidad mayor frente al siempre latente riesgo de incendios. Considerando que la identificación de los riesgos permite prevenirlos, y frecuentemente evitarlos o disminuir su impacto; el trabajo sobre ellos, y sobre todo en los aspectos sociales involucrados en su control en caso de ocurrencia, pueden evitar que un desastre natural, sea determinante de una catástrofe socionatural.

 El envejecimiento de la población, y la cada vez más frecuente calidad de ciudad dormitorio otorgada por parte de sus habitantes activos laboralmente, es uno de los factores que inciden en la pérdida de comunidad, la depresión del arraigo, y la instauración de una respuesta social que divaga entre la indiferencia y el conformismo. Los ciudadanos de mayor edad tienen claros los puntos críticos, los jóvenes también tienen las competencias para colaborar con las actividades de mejora, y por tanto, la autoridad que administra los focos de trabajo y los recursos, debe ser capaz de identificar el potencial de su población, y generar instancias eficientes que promuevan la cohesión, que ofrezcan espacios de participación y autonomía, y que permitan el nacimiento de un proyecto de evaluación y trabajo constante, con una visión a largo plazo, y sin caer en la ingeniería social, integrando los aspectos técnicos, con los saberes y expectativas ciudadanas.

 Las autoridades de Limache tienen las posibilidades y el deber de intervenir hoy, potenciar los trabajos comunitarios y los espacios de encuentro social, fomentar las instancias que permitan el reconocimiento y fortalecimiento de la comunidad, que por el solo hecho de reconocerse como tal, genera un primer paso en la disminución de la vulnerabilidad social frente a los eventos naturales.

 Así también, del aprendizaje generado por la evolución de las catástrofes en Chile y Latinoamérica, se extrae la importancia de poner un especial énfasis en la formación de redes estables que comuniquen y permitan el trabajo coordinado entre las agrupaciones ciudadanas y la institucionalidad, a fin de identificar las fortalezas y riesgos sociales, minimizar la vulnerabilidad, y generar adecuados protocolos de trabajo tanto en la prevención, como en las etapas de reacción, emergencia, y la necesaria reconstrucción estructural y social posterior a un eventual desastre.

 Matías Irarrázabal.
Licenciado en Ciencias Jurídicas.

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